Hay proyectos que empiezan con una idea pequeña, apenas un gesto, una conversación en el aula. Literflix nació así: cuando presentamos a 7.º grado la bialfabetización y mostramos cómo las plataformas recomiendan contenido según nuestros gustos. Bastó un segundo para que aparecieran las primeras voces:
Esas dos frases marcaron el inicio de un camino que mezcló lectura, conversación, programación y un modo nuevo de mirar la biblioteca. Desde ese día, los libros dejaron de ser solo libros. Se volvieron datos, emociones, categorías, decisiones compartidas. Y, sobre todo, se volvieron un puente entre grados: 7.º como equipo autor; 6.º como co-equipo, ayudando a mirar la escuela completa.
📽️ Presentación del proyecto
En esos primeros encuentros, lo más importante fue escuchar. Escuchar los gustos, las dudas, los miedos, los géneros preferidos, las emociones que aparecen cuando leemos. Los chicos y chicas de 6.º recorrieron la escuela con netbooks, encuesta en mano. Más de 140 estudiantes contaron qué leen, cada cuánto leen, qué sienten y qué eligen. Esos números —guardados en tablas y gráficos— terminaron siendo parte de la historia.
Cuando volvimos a la biblioteca, ya no éramos los mismos. Los equipos de 7.º elegían libros comentando si serían adecuados para otros grados. Leían en voz alta, marcaban palabras clave, describían emociones. Y cuando algo no cerraba, volvían a leer. Esa combinación —literatura + reflexión + destinatario real— fue la primera transformación del proyecto.
Pero faltaba la parte que más entusiasmaba: programar Literflix. Y ahí apareció mBlock. Primero experimentamos con la cámara: algunas portadas no se reconocían porque la imagen estaba borrosa, otras porque el ángulo no era bueno. Aprendimos que la IA necesita ejemplos claros, variados, cuidados. Después vino la lógica: el famoso “si detecta X → recomendar Y”. Cada condicional era un pedacito de criterio lector convertido en código.
🧩 Programas de Literflix en línea
Nivel 1
Nivel 2
Nivel 3
Mientras el sistema tomaba forma, el registro pedagógico crecía: observaciones, frases espontáneas, ajustes, pruebas fallidas y pruebas exitosas. Todo quedó escrito, porque Literflix también es eso: una manera de aceptar que el camino importa tanto como el resultado.
📄 Registro pedagógico
La carpeta de campo acompañó cada etapa: la formación de equipos, la lectura compartida, las dudas sobre género y tema, el entrenamiento del modelo, las primeras pruebas, la emoción de ver recomendaciones aparecer en pantalla y las devoluciones recibidas en Feria. Cada página es un fragmento de escuela viva.
📘 Carpeta de campo
Hubo un momento clave: la Feria de Educación. Las devoluciones nos ayudaron a crecer. Volvimos al proyecto con más preguntas que certezas, y eso fue bueno. Rediseñamos los comentarios desde lo emocional, ajustamos categorías, construimos personajes por nivel lector y grabamos audios para quienes aún están consolidando la alfabetización.
Luego hicimos la Campaña de Difusión y terminamos en un Día de Lectura Compartida que llenó el patio de historias, voces y libros que iban de mano en mano.
🛠️ Video: ¿Cómo se programó Literflix?
Porque no se trata solo de recomendar libros. Se trata de mirar a otro, de pensar qué podría gustarle, de elegir con empatía. Se trata de entender que la lectura —como la programación— es una estructura lógica que se construye con decisiones. Se trata de confiar en que una comunidad lectora puede nacer desde una netbook y un cuaderno, desde una cámara web y un cuento clásico, desde una frase de un chico de 12 años que dice: “Yo quiero leer uno de miedo.” Y ahí está la verdadera revolución: en descubrir que la tecnología no reemplaza nada… pero despierta todo. Que la biblioteca puede tener voz, colores y personajes. Que una escuela puede construir su propio sistema de recomendaciones. Que los chicos pueden programar un modo de encontrarse en los libros.





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